ECONOMÍA EN CRISIS
por Luis Meza
Según datos del Banco Mundial, el Paraguay cayó en recesión en el primer semestre de este año. Esto debido a la crisis económica registrada en la región y a las adversas condiciones climáticas. ¿Cómo afecta al país esta situación?
La sequía registrada en los primeros meses del año afectó a los rubros de agricultura, ganadería y producción de energía, que vieron una reducción notable de su valor. El sector de la construcción también se vio seriamente afectado, ya que debido al clima inestable se hizo difícil el cumplimiento de obras públicas y privadas.
Estas condiciones negativas hicieron que el país reduzca sus expectativas de crecimiento, hasta llegar al desalentador pronóstico que estima una caída del -1%, según datos de Itaú. Si bien se espera un repunte económico para lo que resta del año, esto no sería suficiente para lograr números "verdes" en el ámbito económico.
¿Qué consecuencias trae al hombre "común" la recesión? En primer lugar, la falta de circulación de efectivo provoca un estancamiento en sus ingresos, lo que lo imposibilita de satisfacer ciertas necesidades. Por otro lado, algunas personas se ven obligadas a buscar trabajos "extras", lo que favorece la informalidad -dañina para la ya frágil economía nacional- y sus secuelas.
Se estima que más de 1,7 millones de personas en el Paraguay trabaja de manera informal, sin aportar impuestos ni seguro social, lo que significa un gran déficit en el presupuesto nacional que impide que un gran número de compatriotas acceda a mejores condiciones educativas y de salud.
Es necesaria una política de recaudación eficaz que pueda contribuir a la mejora de la condición de vida del ciudadano, siempre y cuando los impuestos sean destinados a lo que realmente importa y no vayan a parar a los bolsillos de los ya tristemente célebres "planilleros". Si esto se da, las reformas carecerían de sentido y, de nuevo, el "común" sufrirá las consecuencias.
Es necesaria una política de recaudación eficaz que pueda contribuir a la mejora de la condición de vida del ciudadano, siempre y cuando los impuestos sean destinados a lo que realmente importa y no vayan a parar a los bolsillos de los ya tristemente célebres "planilleros". Si esto se da, las reformas carecerían de sentido y, de nuevo, el "común" sufrirá las consecuencias.
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