SI LAS AUTORIDADES NO LO ENTIENDEN... ¿A QUIÉN LE PEDIMOS COMPRENSIÓN?
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El escándalo desatado por el viaje de la senadora María Eugenia Bajac a un congreso religioso en Perú con nuestros impuestos hace ver que la ciudadanía solo imita lo que nuestros “honorables” representantes hacen: pasarse los reglamentos por donde se les cante.
En una especie de “sentidas disculpas”, la legisladora señala que ella
sí cumplió con el tiempo de cuarentena, pero que SUPUESTAMENTE los resultados
de los análisis que se realizó -sin presentar síntoma alguno, según afirma-
estuvieron después de ese periodo, por lo cual ella llevó a cabo sus
actividades normales, como ir a la peluquería, sesionar en el Senado y quién
sabe qué otras salidas.
Una persona con dos dedos de frente, creo yo, tras un test de este tipo
lo mínimo que haría es resguardarse hasta que estén los resultados. Con un
resultado negativo, volver a las actividades diarias tomando precauciones y, de
lo contrario, comunicarse con las autoridades correspondientes e iniciar el
tratamiento adecuado. Pero esto solo puede pasar en un mundo ideal, como diría
la famosa canción de Aladdín.
Gracias a su despreocupación, trabajadores de diversos rubros se vieron
obligados a suspender sus actividades y rogar por no padecer el Coronavirus,
que en estos momentos ya infectó a más de 100 personas en nuestro país. Esta
actitud irresponsable de Bajac me lleva a preguntar si en serio las demás
autoridades piensan que el paraguayo va a cumplir obligatoriamente la cuarentena.
La respuesta es sencilla, NO.
Al anunciarse nuevas medidas de restricción, miles de compatriotas
huyeron raudamente hacia el interior del país, sin pensar -como nuestra
“ingenua” representante- en el peligro que esto representa para, perdón por si
exagero, miles de personas en el país. Intentar detener este gran
desplazamiento será en vano, ya que tienen a una gran autoridad como ejemplo:
María Eugenia Bajac.
Esperemos que el presidente
del Senado, Blas Llano, y los colegas de la representante liberal tomen una
decisión firme y alienten a un proceso transparente y con una condena que
desaliente a todo aquel que crea que, al igual que ella, puede violar las
normas a gusto y antojo por pecar de inocente palomita.
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